jueves, 31 de octubre de 2013

La literatura infantil en la España de los noventa

La literatura infantil en la España de los noventa

Ana Garralón

En España la literatura infantil es un sector muy importante. La producción de libros infantiles es muy alta pero, curiosamente, la compra de libros es muy escasa. La mayoría de ventas se producen en períodos festivos como, por ejemplo, la navidad. Esta situación nos hace reflexionar sobre cuál es el problema que surge para que se dé está situación.
Hay que destacar  los problemas que se producen en el sector económico, y que como consecuencia provocan el declive de la venta de libros. Pero también tenemos que tener presente que hay muchos otros aspectos que influyen en esta situación.
Debido a la restricción económica, las editoriales, se ven obligadas a cambiar su funcionamiento. Se exigen unas características más específicas dentro de un marco de prudencia más elevado. Por tanto la libertad y creatividad de los autores, está reducida a unas normas.
Esta situación necesita de una nueva orientación: los autores deben saber que quieren las editoriales. En este contexto encontramos a las grandes editoriales más preocupadas por producir que por aumentar la calidad. Hay mucha competencia y lo importante es abrirse camino, sea como sea.
Una de los aspectos más destacados de las editoriales españolas es la cantidad de premios que reciben. Tanto autores consagrados, como autores noveles, reciben premios a lo largo de su trayectoria. Los premios son una distinción para quién los recibe y les ayuda a darse a conocer.
Cada autor toma un camino, su propio camino. Los autores más consagrados suelen continuar escribiendo en su línea, mientras que los autores más jóvenes suelen ser más innovadores. Actualmente la literatura infantil trata nuevos temas que hasta hace relativamente poco no había sido abordados por ningún autor y la novedad permite a los escritores más jóvenes incorporarse a  un mercado dónde la competencia es muy elevada.

En definitiva, dentro de un contexto donde la producción es mayor a la demandada, los autores deben saber cuál es su línea de trabajo e innovar constantemente. De este modo aunque se cumplan las exigencias de las editoriales, nuestra literatura, será una literatura de calidad. Si la lectura es de calidad y se adapta al público, la demanda crecerá. 

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